TIGER HONOR ADELANTO

 TIGER HONOR
[ADELANTO Cap. 1 y 2]

¿Estás listo para regresar a los Mil Mundos? Eso esperamos porque es hora de planificar un viaje. Tiger Honor  llegará pronto de la mano de Yoon Ha Lee, quien nos deslumbró a todos con el galardonado Dragon Pearl más vendido  . Comencemos con su ópera espacial compañera inspirada en la mitología coreana. ¡Vea a continuación un extracto y pre-ordene su copia ahora! Tiger Honor está a la venta el 1/4/2022.

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PRÓLOGO

Juhwang Sebin, Cadete, 1728-99746.

Nombre, rango y número de serie. Eso es todo lo que debo decir si me capturan. 
Todos los miembros de las Fuerzas Espaciales de los Mil Mundos saben eso, incluso un novato como yo. 

Aunque es un poco ridículo preocuparse sobre eso, porque las pocas personas aún activas en esta nave saben quién soy y lo que he hecho. Y los que me pusieron aquí fueron mis camaradas. No eres más que un traidor, fue lo último que me dijo Min al encerrarme en esta celda. 

Los otros no necesitan que les digan mi nombre, ni nada de eso. Todos saben perfectamente que soy un espíritu tigre del Clan Juhwang del mundo de Yonggi, y que soy responsable del aprieto en el que estamos. 

Más allá de eso, hay más complicaciones. Soy un prisionero en mi propia nave, el crucero de batalla Haetae. Todavía estamos pasando a través de una Puerta, y no sé cuánto tiempo más tenemos hasta que salgamos por el otro lado. 

Sin embargo, he tenido la oportunidad de inspeccionar el calabozo. La celda tiene aproximadamente tres metros cuadrados. Paredes de insípido metal gris, inodoro y lavabo en la esquina, barreras físicas en lugar de un campo de fuerza. Una precaución inteligente, considerando que la última vez que comprobé, la mitad de los sistemas de energía del Haetae estaban apagados.

En esta celda hay una franja de luces tenues encendidas como respaldo de energía. No sé cuánto durarán. Al menos, como espíritu tigre, tengo buena visión incluso con poca luz. Espero que sea suficiente.

Sin embargo, he memorizado el diseño de cada cosa que puedo ver, por si acaso, y he hecho todo lo posible por memorizar los mapas de la nave que me mostraron antes, que incluían las áreas restringidas. Podría usar esa información… si tan solo pudiera salir. 

Las otras celdas de esta fila están vacías. Incluso si no pudiera verlas, mis sentidos del olfato y el oído me lo habrían dicho. Es casi un alivio que solo esté yo aquí y no algunos desafortunados adicionales también.

Además, tener que liberar a otras personas me retrasaría. No es algo agradable en lo que pensar, pero todo se ha reducido a aspectos prácticos duros. Después de todo, si no detengo a las personas que han caído bajo el hechizo maligno de un monstruo que todos pensábamos extinto, todos en esta nave estarán condenados.

Pruebo las barreras. Están especialmente reforzados para sostener supernaturales como yo. Los goblins y los dragones, por no hablar de los tigres, son más fuertes que los humanos ordinarios que componen la mayor parte de la población de los Mil Mundos.
La fuerza bruta no funcionará para salir de esta celda, incluso si cambiara de mi forma humana a mi forma nativa de tigre. Hay apenas suficiente espacio para mí como tigre, pero mis garras no harían una abolladura en este metal.

La gente siempre ha visto a los de mi tipo como luchadores excelentes. Mientras crecía, mi familia siempre enfatizó el entrenamiento y la disciplina. 

Pero los tigres no son solo luchadores. En las historias más antiguas, también se nos conocía como astutos. Algunos somos más astutos que otros. Si hubiera sido  más inteligente, habría podido evitar ser atrapado por las personas que creía que eran mis amigos. Por las personas que aún podrían ser mis amigos, si pudiera liberarlas de aquel monstruo…

Solo hay una persona con la que puedo confiar ahora, asumiendo que me pueda encontrar antes de que el monstruo desestabilice su mente… o vuelva por mí. 

Mientras estoy atrapade, supongo que debería reflexionar sobre cómo empezó todo esto, y cómo empecé el camino que me llevó a esta celda…



 



CAPÍTULO UNO

Cuando llegó el correo, debía ser el mejor día de mi vida.

El correo -el correo físico- llegaba una vez a la semana como mucho. El Clan Juhwang de espíritus tigre había hecho nuestro hogar en el mundo de Yonggi durante los últimos siglos. Nuestros lazos con la tierra se remontaban a los colonos que se asentaron en este planeta cuando los viajes entre las estrellas llevaban décadas, o incluso siglos. Mi abuela, la Matriarca del clan, decía que podía recordar cómo era el mundo antes de ser terraformado, cuando era una bola de barro y lodo tóxico. "Por aquel entonces no había correo", decía siempre, moviendo la cola ominosamente. "No había comida, ni suministros médicos, ni combustible… nada. Eso fue antes de que los Mil Mundos se unieran, y no podías confiar en nadie más que en la familia".

Pero cuando el sistema de seguridad de nuestra casa anunció que el correo había llegado, todo lo que me importaba era si había algo para mí. Había estado obsesionade con el correo durante los últimos tres meses, desde que había solicitado el ingreso en el Programa de Cadetes de las Fuerzas Espaciales.

Normalmente solo se podía entrar en las Fuerzas Espaciales a la edad de quince años, pero debido a las incursiones en las fronteras de los Mil Mundos, habían empezado a reclutar cadetes más jóvenes para acostumbrarlos -acostumbrarme, esperaba-, a los rigores del viaje espacial a una edad más temprana. Recibían especialmente a solicitantes con naturalezas sobrenaturales adecuados para el servicio, como duendes, celestiales y tigres, como yo. Incluso si no hubiera estado ansiose por unirme, la Matriarca me habría animado. Es importante que construyamos nuestra base de poder, habría dicho misteriosamente.

Cada vez que llegaba el correo, lo miraba esperando la codiciada respuesta, tal vez incluso una carta de aceptación. Y cada vez que la respuesta no llegaba, me consolaba leyendo más del manual de las Fuerzas Espaciales para estar preparade al día siguiente, por si acaso.

La tía Sooni era la única que no se reía de la forma en que me fijaba en el correo. Tía era una aproximación -ella era al menos cien años mayor que yo (Los espíritus tigre no envejecen de la misma manera que los humanos). La comprensión de la tía Sooni era la única cosa que hacía soportable ser el más joven del Clan. 

Estábamos en medio de unos ejercicios de artes marciales que implicaban cambiar entre la forma humana y la de tigre para esquivar ataques cuando llegó el correo. La tía Sooni era una mancha naranja y negra como tigre, y una gris como humana. Yo también era un tigre naranja, a diferencia de mi pariente favorito, el tío Hwan, que visitaba cuando podía. Él era un raro tigre blanco, y yo a menudo deseaba haber nacido de ese color. Era por el tío Hwan que anhelaba ser aceptade por las Fuerzas Espaciales… para algún día convertirme en un capitán de crucero de batalla como él.

-¡Concéntrate, Sebin! -La tía Sooni me llamó cuando me detuve en medio del ejercicio y giré hacia el buzón en mi afán de abalanzarme sobre el correo -Recuerda la disciplina. La disciplina es lo más importante. Tienes que terminar el ejercicio.
Me burlé de ella. Ella me dio un ligero golpe en el hombro, no lo suficientemente fuerte como para que me doliera, pero con la fuerza suficiente para recordarme su fuerza sobrenatural. Incluso en su forma humana, la de una mujer bajita y fornida con toques de gris en el cabello, podía podía dominar a un tigre. Lo había aprendido por las malas.

Con un gruñido, me condensé en mi forma humana. A los trece años ya era más alte que ella, aunque sólo por un mero centímetro. (Medio centímetro, según ella. Yo siempre decía que debíamos redondear, y ella sólo negaba con la cabeza).

-Está bien -dije, resignade, porque sabía que la tía Sooni era perfectamente capaz de arrebatar el correo y esconderlo hasta que yo hubiera realizado mis ejercicios a su satisfacción.

-Sólo por eso -dijo, y esta vez supe reprimir mi queja -, añadiremos algunas patadas altas. ¡Vamos! -Aproximadamente cuatro millones de patadas después, mis piernas ardían
con el esfuerzo y la tía Sooni se declaró satisfecha con mis esfuerzos -Sabes que es importante mantenerse en forma. Tenemos normas que mantener. 

No me preocupaban tanto las normas de las Fuerzas Espaciales como las expectativas de mi propia familia. Éramos el Clan Juhwang de Yonggi, después de todo, y, como a la Matriarca le gustaba recordarnos, teníamos que estar preparados en caso de que nuestros enemigos se movieran contra nosotros, aunque yo nunca había presenciado ningún ataque. Por ahora, eso significaba asegurarme de hacer todos los ejercicios tan perfectos como fuera posible.

Por mucho que me doliera el cuerpo, anhelaba correr hacia el buzón. Mi familia me había dado el gusto de dejarme revisar el correo durante el último mes. Normalmente no recompenso la melancolía, la pareja de mi madre, mi nini, había dicho en su habitual tono seco, pero quizás un poco es comprensible dadas las circunstancias.

Aun así, no quería que la tía Sooni pensara en mí como un tigre cachorro irresponsable, así que caminé a su lado. Era una buena oportunidad para recuperar el aliento, de todos modos. Si me aceptaban, tendría que hacer algo más que dar una buena impresión a mi familia. Estaba decidide a sobresalir en las Fuerzas Espaciales, tal vez incluso eclipsar al tío Hwan algún día.

Para llegar al buzón, teníamos que cruzar el patio exterior de la finca. Tanto el patio interior como el exterior, cada uno lo suficientemente amplio como para que los tigres pasearan por ellos, estaban repletos de flores, cultivadas por mis padres y algunos de los demás de vez en cuando. No pensarías que los tigres se preocuparan por la jardinería. Pero, como a mi madre le gustaba decirme, prosperábamos en la naturaleza, ya sea que se tratase de arboledas de bambú o el elegante barrido de ramas de sauce. El arte de la jardinería consistía en arreglar plantas para que se vieran como si hubieran crecido en la naturaleza, pero más pintorescas.

Apreciaba los jardines, pero anhelaba salir del planeta y ver otros mundos. Podía ver los programas holográficos, que mostraban desde ruinas fantásticas hasta temperaturas extremas de otros sistemas, en los que un hemisferio se encontraba en el día eterno y el otro en la noche eterna. ¡Pero sería mucho mejor visitar esos lugares yo misme! Y mi mejor oportunidad de hacerlo era entrar en las Fuerzas Espaciales.

-Aquí estamos -dijo la tía Sooni cuando el buzón estuvo a la vista. Tenía la forma de una pagoda* en miniatura cuyo techo se levantaba si accionabas un pestillo astutamente escondido. Me encantaba todo de él, incluso su absurdez. 

Y lo más intrigante, alguien había dejado un paquete en su base. Aquello no podía ser para mí, pero de todos modos sentía curiosidad. 

La tía Sooni, aprovechando mi distracción, añadió "¡Carrera!" y se transformó en su forma de tigre mientras entraba en acción. Yo hice lo mismo, deleitándome en el hecho de que me volvía más fuerte y veloz en mi forma nativa. Como tigre, no podías notar que tenía trece años. Parecía casi un adulto, completo con una fina piel naranja y rayas negras profundas, y una larga, larga cola.

Tal vez no fuera estrictamente justo que la tía Sooni hubiera empezado la carrera antes de que yo tuviera la oportunidad de cambiar. Pero una cosa en la que mi familia enfatizaba, era la importancia de ser adaptable. Recordaba la última vez que me había quejado de que las condiciones de un ejercicio de entrenamiento eran injustas. Mi madre me había mirado
con decepción y luego me explicó que, en tiempos de guerra, todo podía ser "injusto". El enemigo no daría a su oponente una oportunidad justa, así que un verdadero guerrero lidiaba con la situación en lugar de quejarse de ella. A partir de ese momento, mantuve mi
la boca y redoblé mis esfuerzos.

Alentade por el recuerdo, me preparé para dar un gran salto mientras nos acercábamos al buzón. Aun así, el de la tía Sooni fue más potente que el mío, y llegó un segundo antes que yo. Su impulso la llevó más allá del buzón, y ella volvió a girar, retomando su forma humana.

Yo también volví a cambiar, siguiendo su camino. 

-¡Casi te gano! -Dije, sabiendo que ella no lo escucharía como un desafío como lo harían el resto de mis parientes.

-En efecto, casi lo hiciste -asintió la tía Sooni -Bien hecho.

Agaché la cabeza, intentando que no viera lo mucho que significaban para mí las palabras de elogio. El resto de mi familia rara vez hacía elogios. Pero eso no me distrajo de mi propósito; quería ponerme de puntillas y alcanzar el buzón, pero sabía que tenía que esperar el permiso. Incluso la tía Sooni tenía su lado severo. 

-Muy bien -dijo, reconociendo mi paciencia -. Puedes coger el correo.

Tuve que contenerme para no abalanzarme y coger el paquete para sacudirlo. La caja era más grande de lo que me había dado cuenta, no más de treinta centímetros de ancho y sólo quince centímetros de profundidad, pero casi la mitad de larga que yo. A la tía Sooni no le importaría, pero los otros tigres lo desaprobarían. Probablemente no tenga nada que ver, me dije mientras mi corazón latía con fuerza. No podía dejar que la tía Sooni viera mi esperanza… o mi miedo.

*La pagoda es un edificio de varios niveles, común en varios países asiáticos, entre ellos China, Vietnam, Japón, Tailandia y las Corea.
De vez en cuando recibíamos curiosidades del tío Hwan, acompañadas de de notas breves pero exquisitamente caligrafiadas en papel de morera*. Más a menudo, la Matriarca recibía pequeños paquetes crípticos, por los que no se me permitía preguntar o mostrar interés. La Matriarca había dejado especialmente claro que nunca debía mencionar la existencia de esos paquetes a cualquier forastero que se presentara en la finca. Supuse que este paquete más grande también debía mantenerse en secreto.

Me obligué a dar un paso adelante y a manipular tranquilamente el cierre del buzón como si se tratara de una tarea ordinaria, en lugar de la única cosa que se interponía entre el sueño de mi vida y yo. El pestillo funcionó, y el techo de la pagoda en miniatura se abrió sobre su bisagra. En el interior había una carta, que recogí de la forma más decente posible que pude. Di un respingo cuando le di la vuelta y vi que iba dirigida a un tal Juhwang Sebin, con el sello de las Fuerzas Espaciales en tinta roja. ¡Una carta para mí! Estaba en una agonía de suspenso preguntándome si contenía buenas o malas noticias.

La reacción de la tía Sooni me tomó por sorpresa. 

-Comprueba si hay otro ahí dentro -Podía oler su propio temor, como si esperara malas noticias. Podría haberme empujado a un lado y haber buscado en el buzón ella misma, pero me lo estaba permitiendo a mí para guardar las apariencias.

Me asomé al buzón. Tenía razón. Estaba tan emocionade de encontrar una carta para mí que no había pensado en buscar ninguna otra cosa.

-Huh -fue lo único que se me ocurrió decir cuando saqué la segunda carta. También llevaba el sello rojo de las Fuerzas Espaciales. Pero a diferencia de mi carta -mi carta-, estaba dirigida en caligrafía formal a la Matriarca del Clan Tigre de Juhwang.

Entonces lo supe. Debería haberlo descubierto antes. La caja contenía una espada… una espada de oficial. Como la que el tío Hwan siempre llevaba en sus visitas. Eso, más la carta, significaba…

No. No podía ser.

Sólo podía pensar en una razón por la que las Fuerzas Espaciales devolverían la espada de un Capitán: porque estaba muerto. Mis ojos picaban. No era la primera vez que un miembro del Clan Tigre Juhwang había muerto en servicio, pero yo esperaba seguir los pasos del tío
Hwan y hacerle sentir orgulloso.

¡El tío Hwan no! Pensé con desaliento. El tío que siempre se aseguraba de traerme algo especial cada vez que me visitaba, ya fuera un cuchillo propio o un caramelo de canela. El tío que me había contado historias sobre sus aventuras como oficial, luchando contra piratas o salvando a sus camaradas de los enemigos de los Mil Mundos.

*El papel de morera o mulberry paper es un papel de elaboración artesanal y textura rugosa con fibras vegetales en su interior.


-Debemos llevar esto a la Matriarca de inmediato -dijo la tía Sooni. Apretó los labios mientras miraba el paquete; su expresión era sombría.

Me vino a la memoria la última vez que el tío Hwan había visitado la finca. Estaba resplandeciente con su uniforme de las Fuerzas Espaciales, azul oscuro con una trenza dorada brillante, y con su pistola, llevaba una espada en su costado. Me había dejado
que viera la espada de cerca y luego la sacó de su funda para un momento mágico.

Esa espada era una obra maestra. Incluso su vaina estaba finamente ornamentada, con pergaminos de oro y símbolos unidos de nácar. La empuñadura estaba envuelta en cuero aceitado, y una borla de seda azul colgaba de su pomo. Me decepcionó descubrir que la propia hoja estaba desafilada, y la comisura de la boca de mi tío se había torcido hacia arriba en señal de diversión.

-Esta espada representa mi honor -había dicho -Es mi honor lo que le da su filo, no el propio metal.

Yo había dicho que lo entendía, aunque no lo hacía. El honor estaba muy bien, pero ¿de qué servía una espada sin filo contra piratas o asaltantes de los Jeweled worlds?

Ahora, al mirar la caja, me estremecí. Seguramente no podía contener la espada del tío Hwan. 

-No puede ser -me dije a mí misme.

-Eso no nos corresponde a nosotros -dijo la tía Sooni bruscamente. Sin embargo, ese olor acre de la preocupación volvió a salir de ella. Levantó la caja con facilidad -Puedes venir conmigo, ya que estoy segura de que la Matriarca también querrá escuchar tus noticias.

Caminamos solemnemente por el patio hasta el edificio separado donde la Matriarca tenía su residencia. Desde el exterior, se asemejaba a la pagoda del buzón, con su techo en forma de pico y decoraciones en los cinco colores tradicionales: negro, rojo, verde, amarillo y azul. Debía ser una especie de broma, aunque me costaba imaginar que la Matriarca tuviera sentido del humor.

Nos detuvimos junto a los arbustos de azalea, que florecían profusamente y cuyas flores de color magenta enmascaraban la entrada a la pagoda. Incliné la cabeza hacia atrás para entrecerrar los ojos en una de las ventanas de los modernos ventanales que había sobre nosotros. Vislumbré una sombra que se movía detrás de ella. A la Matriarca le gustaba vigilar todos los accesos.

-Matriarca -dijo la tía Sooni -, tenemos un paquete dirigido a usted, y una carta de la Fuerza Espacial -Utilizó el lenguaje más respetuoso, debido a que la Matriarca era  la cabeza de la familia y la más anciana.

El viento agitó las flores de azalea y sus brillantes hojas. Por un momento, me pregunté si la Matriarca nos había oído. Incluso si no lo hubiera hecho, tendríamos que esperar aquí hasta que nos reconociera. Era su forma de actuar.

Entonces, una voz ronca con un toque de gruñido habló desde arriba.

-Entra, Sooni, y trae al cachorro contigo.

Odiaba que me llamaran cachorro como si aún fuera un niñe, pero el hecho era que yo era el espíritu tigre más joven de la familia. Además, sabía que no debía objetar. Seguí a la tía Sooni por las escaleras hasta el vestíbulo, donde ambos nos quitamos los zapatos antes de
seguir subiendo las escaleras hasta la propia pagoda.

La matriarca estaba sentada con las piernas cruzadas sobre un cojín bordado, con la espalda recta. Su larga cabellera blanca tenía un solo mechón negro, y tenía los ojos amarillos, lo que la hacía parecer un tigre incluso en su forma humana. Yo nunca la había visto más que con un hanbok, el anticuado vestido de los Mil Mundos. El jogori, o chaqueta, era de un naranja descolorido con sutiles bordados dorados, y su chima, o falda, era de un negro igualmente descolorido.

Nos inclinamos profundamente. Me impresionó cómo la tía Sooni se las arregló sin que se le cayera la caja en los dedos de los pies.

-Tráelo aquí, Sooni -dijo la matriarca con su voz creciente. La tía Sooni lo hizo -. Ábrelo.

La tía Sooni mantenía las uñas afiladas, como hacían todos los ancianos de la familia. O tal vez las había convertido parcialmente en garras. No estaba segure. No tenía ese tipo de control sobre mis cambios de forma; la mayoría de los tigres no lo tenían. Cortó la cinta adhesiva del paquete y abrió la tapa.

Me quedé sin aliento cuando reconocí la espada.

-Es de Hwan -dijo la tía Sooni. Los ojos de la matriarca se dirigieron a mí, afilados como el borde de un cuchillo.

-Así es -La Matriarca notó mi angustia. En lugar de reprenderme directamente, le dijo a la tía Sooni: -Sebin se está deshonrando a sí misme.

Supe que había querido que la oyera. Inmediatamente bajé mi mirada, enrojeciendo de vergüenza.

La matriarca abrió la carta que le entregó la tía Sooni. Sus ojos parpadearon. Luego nos miró a los dos.

-El Comando de las Fuerzas Espaciales nos informa -dijo la Matriarca -que Hwan, del Clan Tigre de Juhwang, está acusado de traición y ha deshonrado su uniforme. Hay una orden para su arresto. Será sometido a un consejo de guerra tras su captura.

¡Eso no puede ser! Quise gritar. A pesar de que estaba aliviado de que Hwan no estuviera muerto, esto era casi peor. Tío Hwan era el que me había enseñado sobre el honor. Él no podía haber desertado.

Y si el tío Hwan había sido calificado de traidor, ¿qué significaba eso para mí? ¿Mi sueño de servir entre las estrellas se había evaporado con la llegada de la orden de arresto del tío Hwan?



 


CAPÍTULO DOS

La Matriarca tenía otras cosas en mente. 

-Las Fuerzas Espaciales han insultado el honor del clan y amenazado a uno de mis agentes. Si permito que expulsen a Hwan de esta manera, el resto de mis partidarios serán los siguientes. Esto no se puede permitir.

Mi corazón casi se paralizó. ¿Quiso decir que no se me permitiría ir, incluso si entraba en el programa de cadetes? Entonces me sentí como un traidor a mí misme por el pensamiento. ¿No debería importarme más el honor del clan que mi mezquina ambición personal de luchar contra piratas e invasores?

La matriarca carraspeó.

-No puedo creer que Hasun haya permitido que esto ocurra. Debo intercambiar unas palabras con elle.

Tragué saliva. Mi tíe, Contralmirante Hasun, era uno de los primos lejanos de la Matriarca. No estaba seguro de la relación exacta, ya que nuestro árbol genealógico tenía ramas inesperadas en otros mundos. Hasun era también el pariente de más alto rango que tenía en las Fuerzas Espaciales, pero la Matriarca tenía un rango superior dentro del Clan. No quería su trabajo, que sonaba como sentarse por ahí elaborando estrategias y rellenando papeleo. Yo esperaba tener mi propia nave estelar algún día, tal vez incluso un crucero de batalla como el Pale Lightning del tío Hwan. Entonces me di cuenta de que el tío Hwan ya no tenía una nave… No había manera de que el Comando de las Fuerzas permitiera a un capitán que había sido marcado como traidor conservar una; me sentí peor que antes.

Antes, me había preguntado de vez en cuando si la gente diría que no me había ganado el puesto de cadete por mi cuenta, que mis parientes habían movido hilos para conseguirlo. Ahora me enfrentaba al problema contrario. ¿Cómo podría alguien tomarme en serio si supiera que estaba relacionado con un supuesto traidor? No era el tipo de cosa que
podía mantener oculto. En el momento en que la gente descubriera mi clan, harían la conexión con el Almirante Hasun, y ahora con el tío Hwan.

-Tendremos que convocar un consejo familiar -declaró la Matriarca. Mi corazón se hundió, sólo para levantarse, cautelosamente, cuando ella añadió: -El cachorro asistirá.

No era la primera vez que deseé que me hablara a mí directamente en lugar de referirse a mí como el cachorro como si fuera una estatua peculiarmente ambulante. O tal vez un artefacto que alguien de los días de la colonización del planeta había dejado atrás, y luego guardado más por obligación que por verdadero afecto. 

La tía Sooni, que podía adivinar mis pensamientos, tosió cortésmente. 

-Sebin está justo aquí, Matriarca.

Entonces las palabras de la Matriarca hicieron efecto. Nunca había asistido a un consejo. Siempre habían sido para los adultos. Ella podría llamarme cachorro, pero tal vez pensó que finalmente estaba liste para responsabilidades más adultas y para decidir mi propio destino.

Para convocar el consejo, la matriarca hizo sonar una campana que guardaba en la pagoda. Tenía un tono bajo, no demasiado alto, pero lo había oído por toda la casa y más allá en tiempos pasados. Para un hogar humano, habría tenido más sentido convocar a todo el mundo llamando desde sus fichas de datos, pero en nuestra familia, varios miembros pueden estar en forma de tigre, o luchando, o de alguna otra manera lejos de sus pizarras en un momento dado. La campana, aunque pasada de moda, cumplía su función.

El timbre despertó en mí un presentimiento. Cuando era un cachorro, a menudo me preguntaba si los ancianos estaban discutiendo algún destino terrible para mí. Cuando le confesé mi miedo a mi madre y a mi nini, los dos me habían revuelto el pelo, y luego habían dicho seriamente que si yo era el origen del problema, lo sabría. Sus palabras no me habían tranquilizado mucho.

A pesar de la insistencia de la Matriarca en el honor por encima de todas las cosas, había crecido con cuentos populares de guerreros tigres que atraían a sus presas mediante trucos. Uno de los cuentos que me obsesionaba era el de una tigresa malvada que se había disfrazado de la abuela de alguien para comérselo. Eso no concordaba con todas las historias familiares de guerreros tigres severos y valientes que habían sido celebrados por los Mil Mundos.. Nunca me atreví a preguntar sobre la disparidad, intuyendo que me metería en problemas.

La tía Sooni me sacó de mi ensoñación y me guió hacia un asiento cerca de la puerta. 

-Este es tu lugar -dijo -ya que eres el más joven. No hables si no te hablan.

Su advertencia no era necesaria. No tenía intención de abrir mi boca en una reunión de espíritus tigre en toda regla. Agarrando mi sobre, me senté.

Mi madre y nini no tardaron en llegar. Seguro debían estar entrenando en los jardines cercanos. A veces me preguntaba para qué entrenaban. Mi familia siempre hablaba sobre el nebuloso enemigo como si pudiera atacar en cualquier momento, algo que yo nunca había experimentado. Pero entonces recordaba que era el deber de nuestra familia estar preparada para cualquier eventualidad, incluso una improbable redada en el planeta.

Mis padres me miraron con sorpresa antes de inclinarse ante la Matriarca y tomar asiento frente a mí. Aproveché la oportunidad de estudiarlos mientras pasaban. Mi madre me había dado mi complexión robusta. Mis ojos ámbar pálidos y mi nariz respingona eran de nini. Al igual que nini, llevaba el pelo rapado a los lados, con flequillo. Me habría gustado poder correr hacia ellos para que me tranquilizaran, pero me habrían reprendido por la debilidad.

El resto de la familia entró, presentando sus respetos a la Matriarca. Allí estaba el tío abuelo Myung, que tenía una pierna artificial para reemplazar la que había perdido en las Fuerzas Espaciales. Había servido otros ocho años antes de retirarse. Tío abuelo Chin-Mae lo acompañaba a todas partes. Y la tía abuela Jung-Soo, que era la mano derecha de la Matriarca; llevaba un hanbok similar al de ella, pero en azul y blanco.

Había siete espíritus tigre aquí, incluyéndome a mí. Eso hacía una multitud. Si hubiéramos cambiado a la forma de tigre, no habría habido suficiente espacio en la pagoda para todos nosotros. El clan incluía otros miembros, pero estos eran los que tenían derecho a sentarse en el consejo. Sabía que mi presencia era una excepción al habitual estado de las cosas.

-Tiempo de respuesta aceptable- dijo la matriarca, mirando un reloj en su soporte. Su aspecto era engañoso: parecía a un un reloj de agua tradicional, pero sus cubetas estaban vacías de cualquier líquido, y tenía un panel holográfico ordinario que indicaba la hora.

Habían pasado menos de cinco minutos desde que había tocado la campana. Todo el mundo en la sala se tensó. Yo también lo hice, por reflejo. La Matriarca quiso decir esas palabras como una crítica. Esperaba algo mejor, y la familia había fracasado.

-Pero tengo un asunto más importante que discutir con ustedes -continuó. Todo el mundo se puso aún más nervioso, cosa que no había creído posible. Me mantuve como un soldado en posición firme; me dolía la espalda por la tensión. Me recordé a mí misme que tenía que aguantar.

La descripción de la Matriarca de la desgracia del tío Hwan fue recibida con gruñidos inmediatos, especialmente de la tía abuela, que había sido particularmente cercana a él. 

-Hwan debe haber hecho enemigos -dijo -Es la única explicación.

-Hwan nunca haría nada que deshonrara el honor de la familia -el tío abuelo Myung estuvo de acuerdo, aunque su boca se torció con desagrado. Él y el tío Hwan no solían llevarse bien.

Un gruñido de indignación por Hwan también surgió en el fondo de mi garganta, y me mordí la lengua. Sin embargo, era alentador saber que toda la familia estaba de acuerdo en que había habido un error judicial.

-Seguro que podemos apelar al Comando de las Fuerzas Espaciales -dijo la tía abuela -El almirante Hasun…

-Llamaré a Hasun ahora mismo -dijo la matriarca -, y dejaré claro que debe responder inmediatamente.

Volví a morderme la lengua. Hasun no servía en campo, a pesar de su alto rango, así que tal vez estaría disponible. Misteriosamente, la Matriarca había dispuesto que Hasun ocupara un puesto en una base estelar en el sistema, lo suficientemente cerca como para que pudiéramos hablar directamente con elle en lugar de depender de los mensajeros para una comunicación más rápida que la luz.. Hasun aparentemente se había opuesto a esto, llamándolo "prepotente", pero las conexiones de la Matriarca -cualesquiera que fueran- eran demasiado poderosas para negarlas.

Hasun hacía algo en logística, asegurándose de que las tropas fueran enviadas a donde se necesitaban, junto con todos los suministros necesarios. Siempre había esperado que la Matriarca encontrara la falta de un papel más bélico del Almirante decepcionante, dada la glorificación de la guerra en la familia. En cambio, hacía comentarios crípticos sobre lo útil que era la posición de Hasun para sus planes.

Por mi parte, no podía imaginarme queriendo trabajar lejos del frente y de la acción, por muy crucial que fuera la logística. A mi familia le gustaba enfatizar la importancia del trabajo, incluso aunque no fuera tan divertido.

La tía abuela revisó su pizarra. 

-Son las 03:00 horas donde está el Almirante -señaló, con voz neutra.

¡Agh, las tres de la mañana! Mi familia nunca me hacía entrenar a esa hora ni siquiera a mí. Al menos no a menudo.

-Entonces es poco probable que Hasun tenga otros compromisos y estará disponible para atender mi llamada -dijo la Matriarca con firmeza.

Como todo lo que poseía la Matriarca, su pizarra había sido adornada para darle un toque más tradicional. Ella guardaba la suya en un estuche que parecía un espejo con fondo de bronce, con adornos grabados en forma de nubes y varios símbolos para la buena suerte y la larga vida. Incluso tenía una tenue capa de óxido verde, aunque no olía a bronce real, sino a algún tipo de plástico.

Toda la sala quedó en silencio cuando la matriarca dijo con su imperiosa voz: -Conéctame con el almirante Hasun del Clan Tigre de Juhwang.

-Su voluntad, Matriarca -respondió la tablilla. Mi abuela siempre había preferido una interfaz verbal. En cuanto a mí, la tía Sooni me había enseñado a poner mi tableta en modo de vibración o alertas visuales para no molestar a ninguno de los ancianos. Pero entonces, la matriarca gobernaba el Clan. Era una situación diferente.

Me quedé quiete, pensando con furia. Sólo había conocido a Hasun en persona una vez, antes de su ascenso a Contralmirante. Había visitado la finca y tuvo una espectacular pelea con la Matriarca. No estaba segure de por qué habían discutido, pero su relación había sido
helada desde entonces. Hasun no había vuelto a visitarla.

La tableta sonó una vez. Y otra vez. Y siguió sonando.

La expresión de la matriarca no cambió, pero pude oler su creciente ira. Es difícil ocultar cualquier emoción fuerte, especialmente en una habitación llena de tigres.

Entonces, una imagen holográfica cobró vida sobre la pizarra. Solo había visto su rostro un puñado de veces, pero reconocí al Contralmirante Hasun, aunque sólo fuera porque tenía los ojos profundos y la nariz chata de la familia. Nariz de tigre, le gustaba decir a la tía Sooni. Ahora mismo esos ojos, de un ámbar más oscuro que los míos, estaban agotados por la falta de sueño. Hasun apareció con el uniforme azul de las Fuerzas Espaciales, sólo ligeramente desarreglado. Supuse que Hasun se había vestido para la llamada, ya que no podía imaginar que durmieran con él. Por alguna razón, el hecho de que la mitad de su cuello sobresaliera hizo que me agradara más, esa pequeña evidencia de imperfección tan poco tolerada en mi hogar.

-Matriarca Juhwang -dijo el Almirante Hasun -¿A qué debo el placer de esta llamada?

Los ojos de la Matriarca se entrecerraron.

-No finjas que no lo sabes.
.
-Tendrá que ser específica -dijo Hasun. A pesar de sus formas de hablar respetuosamente, me impresionó que no se hubiera dado la vuelta y le mostrara a la matriarca su vientre. Rara vez veía a alguien enfrentarse a ella en casa -Por motivos de claridad.

-Por motivos de claridad -dijo la Matriarca, su voz bajando de forma ominosa -, te preguntaré cómo has podido permitir que las Fuerzas declaren traidor al Capitán Hwan, sea cual sea el… pequeño error en el que pueda haber estado involucrado. Hwan me es útil, Hasun".

¿Pequeño error? Me pregunté qué significaba eso. Me pareció extraño que la Matriarca no pareciera sorprendida por la desgracia de Hwan.

Hasun levantó una ceja. 

-Matriarca -dijo -la situación es más grave de lo que usted cree.

No podía oler la agravación de Hasun a través del holo, pero definitivamente podía escuchar un atisbo en su voz. Tampoco fui el únique que lo hizo. Las fosas nasales del tío abuelo Myung se ensancharon. Incluso la tía Sooni, que normalmente era tan alegre, hizo una mueca.

-¿Cómo es eso? -ladró la matriarca.

Evité encogerme. Ella es de la familia, me dije. No haría nada para hacerte daño. Además, yo no era el objeto de su desaprobación. No por el momento, al menos.

-Yo no estaba en la junta de consulta que investigó el historial de Hwan -dijo Hasun secamente -. Pero, Matriarca, incluso en ausencia, lo encontraron culpable de alta traición. No es un simple caso de que se tomara más licencia de la que le correspondía.

Ahogué una risa incrédula. El tío Hwan nunca me pareció del tipo que se relajaba, ni siquiera cuando visitaba a la familia. La última vez que había estado en casa, yo no había sido capaz de mantener su estricto régimen de entrenamiento, aunque había sonreído y asentido y aprobado mis incipientes esfuerzos. Me prometí a mí mismo entonces que lo haría mejor, y una parte de mí estaba decepcionada, aunque fuera de forma infantil, por no tener la oportunidad de mostrarle cómo había mejorado. La absurda imagen de mi tío paseándose por alguna pagoda cerca de un lago lleno de carpas enmarcado por elegantes sauces, tal vez mientras sorbía una taza de té perfectamente servida, se me presentó en la mente.

La tía Sooni debió de oler mi diversión. Sin mirarme, me pisó el dedo del pie. Evité gritar de protesta y me obligué a calmarme.

No fui el únique que se quedó congelado en su sitio. El rostro de la matriarca seguía siendo una máscara de severa dignidad, pero apestaba a furia apenas reprimida. Sus ojos ardían como brasas, y si se hubiera vuelto hacia mí, me habría alejado de ella por puro terror.

-El Capitán Hwan -dijo la Matriarca -no es capaz de traer la desgracia al Clan, que es el único estándar que realmente importa. Me ha servido mucho y bien.

-Ex capitán -corrigió Hasun -Las Fuerzas Espaciales lamentan que las acciones de Hwan se reflejen en la familia, pero las conclusiones de la junta de investigación fueron herméticas. Abandonó su deber con su tripulación y su nave para robar un artefacto mágico.

-Si fue tras la Perla del Dragón -dijo la matriarca -, tenía una buena razón para hacerlo. Nunca ha hecho un movimiento sin que yo lo supiera.

¿La Perla del Dragón? Seguramente estaba bromeando. Era un artefacto mágico, conocido por la capacidad de terraformar mundos en todo su esplendor, o destruirlos directamente. Se había perdido durante algún tiempo. ¿Pero no querrían las Fuerzas Espaciales que uno de sus capitanes asegurara un artículo tan valioso?

Me retorcí por dentro. El honor de la familia era importante. Pero un miembro de las Fuerzas Espaciales también tenía una obligación con su tripulación y su cadena de mando. Incluso un almirante como Hasun respondía en última instancia a los consejeros que gobernaban en los Pearled Halls. Seguramente la Matriarca no actuaría de manera que causara un conflicto. Abrí la boca para intervenir, pero luego me lo pensé mejor.

-No hay ningún malentendido -dijo Hasun -No puedo compartir más detalles, como comprenderá, pero lo que vi fue bastante condenatorio..

-Hasun del Clan Juhwang -dijo la Matriarca -¿Me estás diciendo que tu primo es un traidor a los ojos de las Fuerzas Espaciales?

-Eso es exactamente lo que le estoy diciendo.

-Arreglarás esto inmediatamente. La deshonra de Hwan solo dará valentía  a los enemigos del Clan.

Esta vez mi boca habló sin poder detenerla.

-Matriarca -solté.

Todos en la habitación me miraron como si fuera un conejo que hubiera entrado a la hora de la cena. Se me erizó la espalda.

-Habla, cachorro -siseó la matriarca.

-No sería apropiado que un Almirante mostrara su favor al Clan -dije, asegurándome de hablar con calma y claridad. Mi corazón latía demasiado rápido, y sabía que todos en la sala
podían oírlo, pero no había nada que pudiera hacer al respecto.

-No abiertamente, no -dijo la matriarca -Los asuntos del clan no son para los forasteros -No estaba de acuerdo.

-"¿Cachorro?" -preguntó Hasun en voz alta. Debía de haber algún problema con el ángulo de visión. La matriarca inclinó su pizarra.

Hasun asintió. 

-Ah, ya veo a Sebin. Por cierto -el Almirante añadió, su expresión se suavizó -, felicidades.

-¿S-señor? -pregunté, sobresaltade en un tartamudeo.

-El servicio de mensajería afirmó que la carta había sido entregada -dijo Hasun. Se formó una arruga entre sus cejas -¿Hubo un error?

-No, he recibido la carta -dije, consciente de que todos me miraban fijamente -Todavía no he podido abrirla -No me había atrevido a hacerlo. No quería atraer la ira de la Matriarca sobre mí.

Demasiado tarde. Sus ojos, de color ámbar ardiente, parecían estar dispuestos a reducirme a cenizas en el acto. Ahora me daba cuenta de que las reuniones del consejo familiar no eran un privilegio, sino una prueba de fuego. 

-Léenos la carta -dijo. Agaché la cabeza. 

-Sí, Matriarca.

La carta tenía un comienzo florido. Apenas reconocí Nuestro estimado solicitante, Sebin del Clan del Tigre Juhwang como a mí misme. Especialmente cuando mi nombre había sido caligrafiado de manera tan extravagante, en contraste con el estilo más sobrio de la
de la escritura que lo rodeaba.

Pero el resto... Si mi corazón había estado latiendo demasiado rápido antes, ahora estaba a punto de salirse del pecho.

-El Mando de las Fuerzas Espaciales desea informarle de su aceptación de nuestra venerable institución como cadete. Preséntese en el Campamento White Pine en la Base Estelar Borasaekbam para la orientación y entrenamiento básico a las 0800 horas locales del día 5 del décimo mes, después de lo cual recibirá su primera asignación.

La carta también incluía una orden para cubrir los gastos del viaje.

-Qué interesante que el Mando de las Fuerzas Espaciales premie a uno de nuestro clan al mismo tiempo que declara a un honorable tigre un traidor -observó ácidamente la matriarca.

-Es una coincidencia -dijo el almirante Hasun -El comité no habría rechazado a un candidato tan excelente.

Me alegré de que se hablara de mí en esos términos. No era frecuente que mi familia se deshiciera en elogios.

-En cualquier caso, te deseo lo mejor -Hasun declaró antes de que alguien pudiera decir algo.

-Parece una "coincidencia" sospechosa -dijo mi madre en el incómodo silencio, aplastando mi alegría. Deseaba que me sonriera o que dijera una palabra de felicitación. Pero esa no era su forma de actuar, y tuve que resignarme a ello.

-En cualquier caso -dijo la Matriarca -debemos aprovechar al máximo la oportunidad -No entendí qué quería decir con eso. La mirada ardiente de la Matriarca volvió a dirigirse a mí -Eres joven para esto -reflexionó -, pero tú también puedes servir al clan. Siéntate recto.

Lo hice. Debería haberme sentido honrade de que pensara en mí como útil. En cambio, el bulto de miedo en mi vientre sólo se volvió más pesado.

-Extiende tu mano derecha -dijo la Matriarca. Lo hice sin preguntar ni dudar; cualquiera de las dos cosas me habría expulsado de la reunión. No quería que la Matriarca pensara que la estaba desafiando -No sé cómo Hwan pudo ser tan descuidado como para permitir que esos débiles lo acorralasen -murmuró la Matriarca -. Pero Hasun se ha vuelto demasiado audaz en su tiempo fuera del Clan. Puede enviar las más deliciosas mandarinas cultivadas hidropónicamente de su puesto, como si pudiera sobornarme, pero no se me ha
escapado a mi conocimiento que no me visita.

No estaba segure de lo que esto tenía que ver conmigo, así que mantuve mi boca cerrada. Aun así, me permití una pequeña pizca de esperanza. Si Tío Hwan no estaba muerto, tal vez podría ayudar a limpiar su nombre. Lo que fuera necesario.

La Matriarca tomó un cuchillo con mango de bronce que tenía sobre la mesa. Me estremecí; no pude evitarlo. El cuchillo olía ligeramente a sangre.

-Jurarás servir al clan en todos los asuntos -dijo la Matriarca -Jura por el Tigre Blanco del Oeste.

-Por el Tigre Blanco del Oeste, juro servir al clan en todos los asuntos -repetí obedientemente ante la mirada de mi familia.

Sabía que este era un juramento mortalmente serio, uno que exigiría un precio terrible si lo rompía. Cuatro animales sobrenaturales custodiaban los puntos cardinales: el Tigre Blanco del Oeste, el Dragón Azul del Este, el Pájaro Bermellón del Sur y la Tortuga Negra del Norte. Cuando era más pequeñe, pregunté qué contaba por arriba y abajo en el espacio, cuál era el eje de un mundo tridimensional, y me habían dicho que no me preocupara por esas preguntas insolentes.

Mientras contemplaba las consecuencias de ofender al Tigre Blanco, la Matriarca me clavó el cuchillo en la palma de la mano levantada, dejando un corte. La sangre brotó y goteó en el suelo. Era muy consciente de que estaba sangrando entre depredadores, aunque los depredadores fueran mi propia familia.

-Recuerda tu juramento -dijo la matriarca -Saldrás entre las estrellas, conocerás a camaradas grandes y pequeños, y aprenderás los caminos de un guerrero. Pero por encima de todo, la brújula que te guíe debe ser el camino del Clan.


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